Por Juan Laborda* Durante los últimos años estamos asistiendo a determinadas dinámicas que reflejan, por un lado, un paulatino declive político, económico, y militar de los Estados Unidos, y, por otro, la incapacidad de Europa de despegarse definitivamente del país norteamericano, y ofrecer una voz propia. Lo sucedido en Irak, Afganistán, Libia, Siria, y ahora Ucrania constituyen un reflejo de esta decadencia. Se financia a grupos insurgentes por intereses geoestratégicos, y es tal la que se monta que la resolución final del conflicto acaba siendo explosiva, descontrolada, siendo la población autóctona la que acaba pagando los platos rotos. Es necesario…